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Nueva Ley de Libertad de Expresión es otra farsa modernizada

Por Narciso Isa Conde

El nuevo proyecto de Ley Orgánica de Libertad de Expresión y Medios Audio-visuales tiene la misma base estructural que la ley vigente: oligopolios transnacionales y locales, financiamiento del capital privado y del gobierno de turno, y por tanto matriz informativa y de opinión controlada.

Nos dice el Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo que el “proyecto de Ley Orgánica de Libertad de Expresión y Medios Audiovisuales, sometido por el Poder Ejecutivo al Senado el pasado 23 de abril, toma como base casi íntegra un anteproyecto elaborado por la Sociedad Dominicana de Diarios (SDD) en coordinación con representantes de la sociedad civil”

Pero el Presidente Abinader se desligó irresponsablemente de su contenido y la Asociación de Diario Dominicano que la formuló representa la antítesis de la libertad de prensa; representa el oligopolio de los medios, la prensa al servicio de la oligarquía capitalista, la censura corporativa, coordinada con la sociedad civil de los de arriba y las ONG de USAID-CIA.

Nos dice ese mismo señor que ese texto es “fruto de un amplio proceso de consultas técnicas, debates interinstitucionales y acuerdos entre diversos sectores interesados en garantizar un marco legal moderno, democrático y respetuoso de los derechos fundamentales.”

Pero resulta que ni las izquierdas, ni las coordinadoras o coaliciones populares, ni los movimientos ambientalistas, ni el movimiento feminista, ni las iglesias de base, ni los movimientos comunitarios, ni los estudiantes, ni las fuerzas de la cultura contestarías, ni las organizaciones campesinas y sindicales, ni la Academia de Ciencias…Fueron consultadas.

Nos dice Antoliano Peralta que la propuesta “busca reemplazar la Ley 6132, vigente desde 1962, y adaptar la legislación nacional a los estándares internacionales sobre libertad de expresión y acceso a la información.”

Pero los estándares internacionales referidos son los de la dictadura mediática tutelada por las agencias, redes, plataformas y grandes medios estadounidenses y europeos occidentales, y regidos por los antivalores de la civilización burguesa occidental, de su colonialidad, de su ideología patriarcal y la supremacía blanca.

El acceso a la información y la libertad de expresión seguirían bajo control nacional e internacional del capital altamente concentrado en un contexto de desigualdades sociales.

 Además, criticar el libertinaje en las redes sociales de los Musk y comparsa y prometer normas que lo superen, no es propiamente la mordaza.

La mordaza existe, aunque ciertamente la nueva ley a nombre de la “decencia” y del simpático rechazo a la “lumpenización” del periodismo y la comunicación, se presta a amordazar aún más redes y plataformas digitales por el gran capital.

En fin, es un señuelo para ponerle más garras a una mordaza que viene de atrás y que ahora las élites capitalistas pretenden reforzar bajo las falsas promesas de un marco legal “moderno, democrático y respetuoso de los derechos fundamentales”.

Todo esto en un país sin soberanía, sin separación de iglesias y Estado, con Concordato, con impunidad de la mayoría de los de los grandes delitos de estado y privados, y con una narco- economía funcional al capitalismo dependiente.

Pero además con un sistema de información y opinión controlado por las agencias extranjeras y 10 magnates, con un paramilitarismo protegido por el Presidente y la CIA, con niveles alarmantes de privatización de los servicios públicos y del patrimonio público y natural de la nación.

 Con un Estado y una oligarquía racista y machista, cada vez más proclives a favorecer un neofascismo bajo el mando de un cuarteto de cuatreros, que coinciden en asumir como política oficial respecto Haití, el racismo de la colonialidad y la invasión por EEUU y pervertida comunidad internacional.

Está bueno ya de pasarelas, farsas y sainetes.

Está bueno ya de despotismo y entreguismo oligárquico disfrazado de democracia e independencia.

Aquí se necesita una ruptura de este sistema corrompido y pervertido, periódicamente reciclado y maquillado.

Esto exige un ejercicio de democracia de calle y la determinación de impulsar un proceso constituyente que lo cambie todo desde una posición soberana y auto-determinada: constitución, leyes, instituciones, relaciones de propiedad y de género e inserción internacional.

De un proceso que rescate la soberanía nacional y establezca la soberanía popular respecto a EEUU y al dividido y decadente sistema imperialista occidental:  en favor de un mundo multipolar y una Patria Grande latino-caribeña liberada.

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