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Una lámpara contra la narcopolítica

Valentín Medrano Peña

“El Congreso Nacional, se encamina hoy a su consagración o a instituirse en vergüenza nacional. Maniatado, adoquinado, teledirigido, chicos de mandados, podrían ahora, Cámara de Diputados a la cabeza, reivindicarse y amparar el futuro. Acosados por malvados, inducidos. ¿Resistirán?” (Twit).

El país parece jodido, el futuro no luce halagüeño. El gobierno llegó a instalarse propulsado por el odio, las mentiras, el populismo, las caretas, la demagogia, la falta de un plan honesto y de compromisos con lo dominicano, y algo peor, cuando no había pan no buscaron casabe sino narcoapoyos.

Poner distancia vendiendo la idea de régimen de consecuencias es abusar de la inteligencia de los que aún conservan sanas algunas neuronas. ¿Acaso se borra el financiamiento del narco con apresar, someter y condenar a esos narcos?, por igual, ¿Existe la posibilidad de influir en las solicitudes de extradiciones por narcotráfico que nacen de los países solicitantes? La respuesta es no a las dos preguntas, así que quedo sin saber porqué las hice, o quizá sí sé y tenga que ver con aquellas neuronas restantes que obligan a pensar si los propulsores de estos discursos no saben que aceptar dinero de narcos es un delito, que usar esos dineros en campañas políticas representan dos delitos aunados, que además solo la punición o el acuerdo de aceptación de culpa borran lo así manifiesto. Cooperar con gobiernos extranjeros, asumir un rol persecutor y apresar a los que ayer te beneficiaron, amén de mostrar un rol de malagradecido y traidor, no hace cesar la responsabilidad penal, y si teniendo al órgano persecutor de tu lado logras ampararte de la impunidad, al menos no podrás salvarte de la condena moral.

Para poner distancia no basta con discursos y crear una retórica falsa de bienhechor, también hay que constituirse en títere de los intereses de los dueños de la megarretorica, asesinos por conveniencia, y propulsar las leyes de imposición.  Hay que ceder, ceder, cederlo todo, pues estamos apresados, estamos, para citar a un grande, “atrapados por el pichirrí”. Presos de confianza, maniatados por el pecado ya consumado.

Por eso la eliminación de las garantías en nuestras leyes vernáculas, por eso la disminución de derechos, por ello la intromisión en asunto legislativos de forma abierta y descarada de genuflexos y enviados, embajadores de intereses ajenos, dominicanistas de a sigún con más incidencias y voz que los propios legisladores, porque el gobierno está sitiado, cercado por el dedo acusador que funciona como hilo decisor ante el gobierno títere, y para recordarlo así, para que no lo olviden, una que otra escaramuza operativa y procesos penales maquillados contra algún miembro de su staff, y otra vez asoma el calificativo de narco partido en el gobierno.  Y a nadie importa porque hay nueva temporada de la casa de estupidización, en tanto nos quitan soberanía con cargo a no ser procesados por narcotráfico o lavadores.

Así que vivimos en una complicidad con carácter nacional. Los unos cogieron sus narcocuartos, los otros les colaboran a esperas de óbolos y regalos, por lo que, al leer, escuchar o saber de la aprobación de una ley que cede todo, en detrimento nuestro, para favorecer una multinacional, una que limita los derechos nuestros y aumenta las potestades, si ves que aprueban leyes limitadoras o concesoras de lo de todos en favor de un grupo empresarial, debes saber que en esta madeja de situaciones, que en esta bien tejida telaraña de miedos, culpas y responsabilidades que hacen nacer extorsiones, exigencias, compromisos y miedo, un absoluto pavor a enjuiciamientos, extradiciones y hasta persecuciones locales de quienes responden a otros lares, sabrás que, o estás frente a un prospecto de imputación o ante un cómplice del cómplice del narcotráfico, que a su vez es cómplice de alguien con poder, que prefiere ser cómplice de otros poderes.

Y en definitiva, a plena luz del día, con la lámpara de Diógenes o de un superhéroe de Marvel, podrás quizá encontrar a quien no sea un cómplice de estos jodidos males.

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